One cup of “morisqueta”, please!

Many years ago, my Colombian friend Luz Marina Valencia and I were both applying for a Spanish-speaking job in an office in Alabang. While waiting for our exam, she asked me something that I didn’t understand at first.

“¿Tienes un carro, Pepe?”

She just asked me if I had a carro. 😱 I didn’t know if she was joking or what. Because here in Filipinas, we all know what a carro is — a hearse. But noticing the puzzlement in my face, she just switched into English. What she was actually asking me was if I had a car. 😂 It was then when I realized that in her country, the Spanish for car was carro. But for us Filipinos, it is coche (both in Spanish and Tagálog).

There are more than twenty Spanish-speaking countries, but not all of them share the exact same vocabulary. For instance, the Spanish expression ¡Órale! is strictly Mexican. You will never hear it uttered in Spain, Argentina, or elsewhere. Also in México, the Spanish for chili is chile, but it is ají in Perú.

This scenario is just the same with other languages such as English. When you go to the United Kingdom, for instance, you will find out that their word for apartment is flat while Irishmen are fond of using the word mate to refer to other men. In Tayabas Province, Tagálog speakers would rather say pumarine ca instead of halica dito (come over here).

Native Filipino Spanish-speakers have also developed their own unique Spanish. For instance: whether cooked or not, the word rice is always known as arroz all throughout the Spanish-speaking world. But here in Filipinas, cooked rice is known as morisqueta. Arroz is used only to refer to uncooked or unhusked rice (in Tagálog, it’s called bigás).

Photo: About Filipino Food.

Another example. When asking for somebody’s name in Spanish, we ask ¿Cómo se llama? or ¿Cuál es su nombre? But here in Filipinas, Spanish speakers use a totally different question which might never be understood in other Spanish-speaking countries: ¿Cuál es su gracia?

Among the first words that are taught to Spanish language students are colors. For red, they learn that it is rojo in Spanish. However, native Filipino Spanish-speakers call that color by a different name: colorado (pronounced as coloráo).

In relation to the abovementioned examples, there are lots of native words that have been accepted into the general and standardized Spanish vocabulary. Some of these words are abacá (species of banana), paipay (heart-shaped native fan made of palm), and palenque (public market) just to name a few. The incorporation of new Spanish words is regulated by the Real Academia Filipina and its satellite of Spanish-language academies throughout the globe. In our country, its branch is called the Academia Filipina de la Lengua Española, the oldest state institution which was founded in 1924 by Enrique Zóbel de Ayala, Claro M. Recto, Macario Adriático, Fernando Mª Guerrero, and a host of other great writers and thinkers of the period. The Academia Filipina is currently being presided by the illustrious scholar, Señor Guillermo Gómez Rivera.

Filipino words that have been included into the standardized dictionary that is being maintained by the Real Academia Española are usually called by scholars as Filipinismos.

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Darío Villanueva: ¿nueva esperanza para la Academia Filipina?

Esta semana (del 4 al 8), Darío Villanueva, el director del Real Academia Española (RAE) y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), participará en diversos actos académicos y culturales incluyendo un foro esta tarde en el Instituto de Cervantes de Manila donde hablará sobre el presente y futuro de la lengua española en el mundo.

PEPE ALAS

Foto del Sr. Don Darío Villanueva cortesía de la Real Academia Española.

 

Villanueva también realizará una visita institucional a la Academia Filipina de la Lengua Española, la institución estatal más vieja en Filipinas cuya responsabilidad es CUSTODIAR, DIFUNDIR, y ENALTECER el idioma español en el país. Estoy entusiasmado con su visita porque ya es hora de que se entere de los problemas que ha estado afrontando la Academia Filipina durante años. Y espero que se entere.

Como admirador y simpatizante de la Academia Filipina, yo creé una página de Facebook en su honor y para que sus miembros actuales que están activos en Facebook continuen los mencionados tres deberes. El motivo es para que esta institución tenga un papel MÁS ACTIVO en traer de vuelta este idioma como una lengua nacional y/u oficial de Filipinas, como solía ser. La Academia Filipina ha sido en existencia desde 1924 y tiene en su lista nombres ilustrísimos como Macario Adriático, Fernando Mª Guerrero, Claro M. Recto, Epifanio de los Santos, y Antonio Abad entre muchos otros.

Excluyéndome, esa página de Facebook estaba destinada exclusivamente a los miembros de la Academia Filipina.

PEPE ALAS

El logotipo original de la Academia Filipina de la Lengua Española.

 

Durante sus primeros años, la Academia Filipina funcionó como una verdadera académica. Los académicos hicieron la tarea de estudiar los “filipinismos” (o palabras nativas hispanizadas) para su inclusión en el Diccionario de la Lengua Española, fundar una biblioteca para servicio propio, y designar delegados en diversas partes del país. De hecho, estos académicos filipinos del pasado eran las contrapartes (o correspondientes) de los miembros de la RAE cuyo deber es LIMPIAR, FIJAR, y DAR ESPLENDOR al idioma español. Se reunían regularmente e incluso publicaban un boletín académico, el “Boletín de la Academia Filipina”.

Lamentablemente, la Academia Filipina de hoy ya no es la Academia Filipina que yo solía conocer. La razón principal es, según una fuente confiable, un caballero español se ha convertido en un presidente honorario y parece ser el “titiritero” que dirige la actual encarnación de la Academia Filipina. Digo “actual encarnación” porque, como he comentado, la Academia Filipina de hoy, que lleva “Inc.” (o incorporado) en su nombre, ya no es la Academia Filipina de antes. Si la Academia Filipina de los años pasados funciona como una verdadera academia que custodia, difunde, y enaltece este “idioma de los ángeles” y de muchas maneras limpia, fija, y da esplendor a ello, ya existe como un mero club social que ha sido aceptando miembros que, según mi fuente, no saben español. Y peor… ¡por una cuota!

Es más, mi fuente me informa que este caballero español se convirtió en miembro de la Academia Filipina cuando plagió una tesis escrita por un tal John Lent, un escritor norteamericano (es que para ser aceptado en la Academia Filipina, uno tiene que escribir y leer una tesis académica o discurso de ingreso a los miembros mayores que decidirán si el solicitante es apto para convertirse en miembro o no). Espero fervientemente que esto sea sólo una habladuría. Sin embargo, según lo que he estado escuchando, su afiliación ilícita a la Academia Filipina ya es un saber popular entre muchos académicos filipinos.

Pero a principios de este año, recibí un mensaje privado del presidente actual de la Academia Filipina diciéndome que yo borre la página de Facebook de la Academia Filipina “por varias razones” y que no la autoriza su existencia. Es triste porque al crear de esa página hace muchos meses yo le agregué y le instalé como un administrador. Agregué también los otros miembros de la Academia Filipina que tienen cuentas en Facebook con la esperanza de que puedan continuar en línea la herencia del Boletín de la Academia Filipina (porque ya no se publica). Y durante los principios meses de su existencia, este presidente no se quejó a mí sobre la existencia de esta página. De hecho, él estaba contribuyendo a ella, incluso saludó a sus miembros la Navidad pasada.

Entonces, ¿por qué me ordenó detener esta página sólo ahora? Con certeza, algo no está bien aquí.

También me di cuenta de que este presidente actual ya se ha quitó de la página, y no sólo a sí mismo sino a los demás académicos. Y cuando rechazé a eliminar la página, me bloqueó.

Y hablando de los otros académicos, he estado observando sus actividades en línea. En sus respectivas cuentas de Facebook, por ejemplo, rara vez promueven el idioma español como lengua filipina, y siempre publican en inglés. Muchos de estos académicos son políglotos y me parece que son meramente “amantes de lenguas”. Dudo si creen que el español debe ser considerado como un idioma filipino. Pero espero que me equivoque.

En comparación, hay otros filipinos en las redes sociales que promueven el idioma español incluso si no son miembros de la Academia Filipina. Un buen ejemplo es el historiador José Mª Bonifacio Escoda, hijo del académico Ramón Escoda (1901—1967), que comparte muchas lecciones interesantes de español en su cuenta de Facebook.

Y está también mi amigo Arnaldo Arnáiz. No sabe mucho español pero sigue promoviendo su importancia para los filipinos en su bitácora With One’s Past. Lo que Escoda y Arnáiz están haciendo es el mérito de un verdadero académico filipino.

En visto de lo anterior, decidí no borrar la página de Facebook de la Academia Filipina. Desde entonces, he estado aceptando a cualquier persona, filipino o no filipino, que tenga una pasión por traer de vuelta el idioma español en Filipinas así como aquellos que lo custodiarán, difundirán, y enaltecerán. Después de todo, me parece que no todos los que están en la Academia Filipina son verdaderos académicos.

Espero fervientemente que Darío Villanueva pueda resolver esta polémica de una vez por todas.